Museos (B-65)

Si visitas el Museo Vaticano, entre las muchas salas que hay que recorrer y obras de arte sacro que admirar, encontrarás una extraña butaca la cual tiene en el centro del asiento un agujero. Algunos guías del museo intentan pasar de largo y no dar explicación sobre ella, debido al pudor que les causa explicar de qué tipo de asiento se trata e incluso algunos han llegado a inventarse una falsa utilidad del mismo, señalando que se trataba de un evacuatorio papal, pero esta explicación no es cierta. En realidad ese peculiar asiento se llama “sedia stercoraria” y era utilizada únicamente tras haberse realizado la elección de un nuevo papa. El recién elegido pontífice debía sentarse en dicha butaca y un joven cardenal debía introducir su mano por debajo y comprobar si el Santo Padre tenía testículos y, por tanto, verificar si se trataba de un hombre.

 

Si así era, el cardenal pronunciaba la siguiente frase: “tiene dos testículos y cuelgan bien” e incluso un simple “tiene testículos” era suficiente. Parece ser que dicha práctica  comenzó a realizarse a partir de detectar algunos casos de travestismo por parte de mujeres que quisieron acceder al puesto papal. Una de las leyendas más famosas es la de la Papisa Juana, ocurrida a mediados del siglo IX, y que explica que se descubrió que se trataba de una mujer cuando rompió aguas durante una procesión por las calles de Roma, dando luz allí mismo a un hijo. Hay muchas versiones sobre la historia de la Papisa Juana y los historiadores no acaban de ponerse de acuerdo sobre su veracidad. En lo que sí concuerdan es en el uso de la butaca “sedia stercoraria” durante muchos siglos.

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