Romano (B-70)

La expresión “me suda la polla” suele ser utilizada por algunas personas como respuesta para decir que algo le es completamente indiferente. Para encontrar el origen debemos partir de la premisa de que dicha expresión no nace de ningún momento concreto de la historia sino como una evolución en el lenguaje coloquial para indicar que algo es indiferente o no le importa absolutamente para nada. Todo parece indicar que surgió como una variante al “eso me resbala” y cuyo significado viene a ser el mismo. Como bien es sabido algo que suda resbala y no hay nada más resbaladizo como la indiferencia hacia un asunto.    

La palabra fornicar proviene del latín fornix que es el nombre que recibe la zona abovedada que se encuentra bajo los puentes, callejones y otras edificaciones y que en tiempos del Imperio Romano era el lugar en el que las prostitutas callejeras esperaban a los clientes, con los que mantenían relaciones sexuales allí mismo. Cabe destacar que, aunque la palabra fornicar hoy en día se utiliza como sinónimo de cualquier relación sexual, en su origen esta palabra servía para definir cuando este acto se realizaba únicamente con prostitutas callejeras.

El diccionario de la RAE describe el término pécora como res de ganado lanar y en su segunda aceptación indica “persona astuta, taimada y viciosa, y más comúnmente siendo mujer. Prostituta”. Desde antiguo ha sido costumbre castrar a algunos carneros jóvenes, con el fin de facilitar el engorde y una carne blanda y sabrosa. Esto hacía que en un mismo rebaño hubiese pocos ejemplares machos sin castrar y la ovejas (pécoras), que tienen un periodo de celo de aproximadamente ocho meses fuesen indistintamente montadas por cualquiera de esos carneros, aunque tal función debía ser realizada por un semental, motivo por el que se les comenzó a conocer como “mala pécora” a aquellas ovejas promiscuas, quedando tal palabra como sinónimo de prostituta.

Entre las numerosísimas palabras que se utilizan coloquialmente para referirse a una prostituta nos encontramos con una de las que se utiliza con carácter despectivo y que surge del arraigado lenguaje sexista tan presente en nuestro idioma y costumbres. Se trata del vocablo “fulana”, usado normalmente de modo despectivo y como una forma de insulto. El origen etimológico proviene del árabe “fulan” y su significado literal era persona cualquiera, utilizado en su forma masculina para hacer referencia a aquel hombre del que se desconoce o se quiere obviar su nombre o de una figura indeterminada o imaginaria. El problema surge cuando a la hora de usar el femenino de ese mismo término no se hace con el mismo objetivo y es usado de modo despectivo para calificar a una mujer de “cualquiera” pero en el más estricto sentido de la palabra.

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